Travesura de la nia mala pdf


















Si ella quiere, yo lo puedo arreglar en el Hospital Cochin, con los copains. Sin que le cueste nada, quiero decir. Me imagino que no tiene seguro, ni nada que se le parezca. Al ebookelo. Masticaba muy despacio, con desgana, y le costaba tragar. Con dos o tres bocados, me siento llena. Porque, aunque tampoco me lo creas, hablar contigo me hace bien. Tuve ganas de besarle la mano, pero me contuve. Tal vez porque, como todo el mundo, necesito de vez en cuando compartir con alguien las cosas que me angustian o me hacen feliz.

Me miraba inquieta, como temiendo que fuera una celada. Ahora, ya estoy bien. Eres un fantasma. Pero no quiero que te mueras.

Hice que un camarero de Le Procope trajera un taxi del paradero de la esquina de Saint Germain hasta la puerta del restaurante y que me ayudara a sacarla a la calle. La llevamos entre los dos, alzada en peso de la cintura. La subimos entre los tres a mi departamento y la acostamos en mi cama.

Solo he venido a crearte problemas. Es mi destino. Y no hay nada que hacer contra el destino. Es la tuya. No hay la menor posibilidad de que duerma contigo. Se rio otra vez. Me fui a acostar. Y, ya ves, lo conseguiste. Y hasta te metiste a mi cama.

No se admiten discusiones. Hablas como si fueras mi amante. Me miraba con la cara desencajada y los ojos mustios. Te van a hacer ese examen y, si algo anda mal, te vas a curar. Y, ahora, ven, vamos a desayunar, no quiero llegar tarde a la Unesco.

Estaba bien peinada, con la cara fresca y sonriente. Eso es lo que ella quisiera. Pero yo no le hago caso. Se sabe las capitales mejor que yo. Las tres noches cenamos donde los Gravoski. Y, mientras, conversaban y cambiaban bromas. Temblaba de pies a cabeza. Ya casi no tengo fuerzas para nada.

Ni para comer, ni para andar, ni para levantar un brazo. No es solo el dolor. Los desmayos eran consecuencia de aquel trauma. Cualquier cosa puede irritarla y abrirle las heridas. Hacer el amor con mucho cuidado y no muy seguido. De preferencia, ni tocarla. Y, si no es posible, una delicadeza extremada. Y buen mozo. Se llevaba las cucharadas a la boca sin ganas, solo debido a mi insistencia. Por Elena. Parece el lugar indicado. Procedamos, cuanto antes.

El dinero no es un problema, lo importante es que se cure. Y no descarto que, apenas salga, den el soplo a las autoridades. Puede que alguno parezca menos falso que los otros. Dijo «quiere», no quiero. Durante un buen rato no hablamos de otra cosa. Los Gravoski fijaron la estrategia a seguir. Las conclusiones del examen eran terminantes. Un insecto hembra que ebookelo. Mi caso, exactamente. No te preocupes por la plata. Siempre te he estado dejando por unos ricos que resultaron unas basuras.

Tal vez quiero ganar indulgencias e irme al cielo. Y, ahora, basta de adivinanzas. A dormir. No siempre era posible. Me denunciaron. A veces, pienso que el propio Fukuda.

No te hace bien torturarte con esos recuerdos. Se me mojaron las manos, de golpe. La figurita de Yilal me miraba con los ojos relampagueando de orgullo. Inclinado sobre las fichas, Yilal observaba, estudiando el siguiente movimiento. Les damos esa sorpresa. Por fortuna, estaba abierta. Estaba muy serio. Solo importa lo que diga Yilal. Te debo un regalo, por lo bien que te has portado.

El doctor Pineau me lo ha prohibido. Por dos meses al menos, no puedo tocarte ni menos hacerte el amor. Quiero que me abraces, que me des calor y que me quites el miedo que siento. Me estoy muriendo de terror. Su cuerpecito, una forma llena de aristas, temblaba como una hoja.

Y para que se pusiera bonita de nuevo. La estaba esperando, para conversar con ella y mostrarle el establecimiento. En todo el ebookelo. Le entrechocaban los dientes. Te van a cuidar, te van a engordar, te van a quitar estos ataques de miedo. Unos cien mil francos. No debo estar tan fea cuando ayer, en la cama, tuviste el pajarito parado toda la noche. Desde la noche de la sorpresa a sus padres, se soltaba a hablar con ellos y con nosotros, pero solo por momentos, porque el esfuerzo lo dejaba muy cansado.

Y, por eso, esta noche vas a dormir conmigo. Porque nada me gusta tanto como martirizarte. Era mi segundo viaje a Helsinki. Estaba mejorando, sin duda. El cambio era notable. Basta verte.

Te vas a caer de espaldas, Ricardito. Cuando la ebookelo. Aquella fue una noche muy hermosa. Cenamos donde los Gravosky muy ligero, aunque con una botella de champagne, y, apenas regresamos a la casa, nos abrazamos y nos besamos mucho rato. Mis manos auscultaban todo su cuerpo y la ayudaron a desnudarse.

No me cansaba de aspirar el perfume de sus axilas depiladas. Porque yo te quiero con toda mi alma. Estaba arrepentido de ebookelo. Me impuse un horario de oficina. Es otra persona. Se ha repuesto, le han vuelto las formas y los colores. La noto muy tranquila. Y han desaparecido esos ataques de terror que la atormentaban tanto. Sin embargo, le prevengo que, en estas cosas, uno no puede fiarse nunca de las apariencias.

Ahora, hay que procurar que siga las instrucciones que le hemos dado sobre comidas. Ella tiene una verdadera olla de grillos en la cabeza. Ella conservaba, en el fondo, su dignidad. La azotaba con unos cordones que no dejan marcas. Lo excitaban mucho, por lo visto. No se equivoque usted. Eso, ahora, cuando toma conciencia de ello, la enfurece, la desespera. Recuperar su autoestima.

Hay que admirarla por ello, le aseguro. Quienes llegan a ese extremo de dependencia, no suelen liberarse casi nunca. Le va a costar mucho acostumbrarse de nuevo a la verdad. Ambos me miraban con una curiosidad indulgente. El peligro es que ella se repliegue en su yo profundo, en una suerte de autismo.

Porque, para ella, aunque no se lo crea, usted es una especie de santo. Ellos me miraban como si leyeran mis pensamientos y me perdonaran. Empezar su vida de nuevo y desde cero. Una vida muy distinta de la que ha tenido, con alguien que la quiera y la respete. Como usted. Quiero decir: a veces saben y otras no saben lo que ebookelo.

Este es mi consejo: no trate usted de forzarla a aceptar la realidad. La angustia me cerraba la garganta. No era sorprendente que hubiera inventado lo de Lagos. Era un milagro que estuviera viva. Te noto raro. Me lo dijeron ellos mismos: que los olvides, para que tu restablecimiento sea total. Nuestros amigos andaban muy excitados. Las semanas y meses que siguieron fueron de mucho trabajo.

No me importaba el exceso de trabajo. Le mortificaba que yo me matara trabajando y que ella no hiciera otra cosa que ir al gimnasio y jugar con Yilal. Patricia Steward. Pues, te casas con ella y le das la nacionalidad a tu mujer. Se acabaron los problemas legales, chico. Para resolverte los problemas legales, pues.

Le llegaba solo hasta las rodillas y dejaba descubiertos sus hombros y sus brazos. De rodillas, con las manos en el pecho. Fuimos a despedirlos al aeropuerto de Charles de Gaulle. Ahora me arrepiento. Cambiemos de tema, por favor. Tampoco hace falta. Tengo que decirte una cosa, antes de partir. Al tercero, lo hice yo, temprano, antes de salir al Instituto del Commonwealth, donde se celebraba la conferencia.

Toda clase de pensamientos tenebrosos me hicieron infinito el viaje y, luego, el recorrido del taxi de Charles de Gaulle a la rue Joseph Granier. Lo siento. Y estuve el resto de la noche pensando, divagando. Durante alguno de mis viajes de trabajo, sin duda. Tal vez en el ebookelo. No recordaba una sola imagen. En la calle era ya de noche. Aguantando ebookelo. Sino cacharme. O, si esa lisura te molesta, que me hagas el amor. Estaba demacrada, con los ojos desorbitados y la cara descompuesta por el dolor.

Hoy he estado a punto de matarme y casi te mato a ti. No quiero eso. Uno que te azote, que te preste a sus compinches, te haga tragar polvos para que le sueltes pedos en su inmunda jeta. Nunca te voy a decir que te quiero aunque te quiera. No estaba dormida. Yo quiero ser siempre tu amante, tu perrita, tu puta. Como esta noche. La verdad, no me lo creo, Alberto. Andaba con una pistola cargada en su camioneta por si lo asaltaban y la sonrisa siempre en la cara.

Los rompeolas, el perfecto ejemplo de lo maravilloso-cotidiano. A ebookelo. Hasta ahora. Luego de una o dos horas, despertaba y estaba bien, como si nada le hubiera ocurrido. La verdad, es muy amable.

Gracias a mi sobrino he conocido otras caras de Lima. La de los millonarios y la de las barriadas. Porque, Alberto, siendo tu sobrino, es en realidad mi primo. Los dos ingenieros llevaban pantalones vaqueros, camisas abiertas y casacas de cuero. Es un loco lindo. Sigo pensando que me has estado tomando el pelo.

Porque, si alguien lo sabe soy yo, por experiencia amarga. Silentes, borrosos, cabalgaban sobre el mar, algunos con los brazos en alto y balanceando el cuerpo para guardar el equilibrio. Las olas y las corrientes eran las mismas que golpeaban al primero. Son cojudeces.

No se estaba quieto. El viejo se detuvo y su cabeza dio un respingo. Eso se siente en las tripas. Mucho gusto, caballero. No se enoje usted conmigo, pero hay algo como que me dice que no. O, carajo, no te pago. Antes nunca dudabas en estas cosas. Son cosas del mar, que tiene sus secretos, como todo el mundo. Casi siempre me doy cuenta a la primera luqueada si se puede o no se puede.

Pero esta playa de Cantolao es bien jodida, tiene sus truquitos y me despista. El viejo estaba a mi lado, pero no me miraba. Para que me hable un poco de los rompeolas. Usted y yo solos. A donde le guste. Usted elige el lugar y yo lo invito. Hoy, por ejemplo. Luego me ebookelo. Di un largo paseo, remontando los malecones Figueredo, Pardo y Wiese. Vi a un grupo de cadetes, con uniformes blancos de diario, desfilando, y a otro que, a la orilla del embarcadero, ataba los cabos de una lancha al muelle.

Es absurdo. Un disparate sin pies ni cabeza. A ratos, las gaviotas chillaban al mismo tiempo: un sonido entre ronco y agudo, a veces estridente.

La neblina avanzaba y pronto nos iba a envolver. El Chim Pum Callao. Hacen buenos ceviches, con pescado fresquito. Me gusta mucho el ceviche y hace siglos que no me como una butifarra. Hasta pateamos pelota juntos algunas veces en el estadio del Potao, donde el Boys entrenaba, o en los descampados del Callao. Antes de que se hicieran famosos, por supuesto. Es una genialidad solo suya, le aseguro.

Nos sentamos en una mesa cerca de la puerta, pedimos ceviches, butifarras y una cerveza Pilsen bien helada. Todo lo que me pueda decir al respecto me interesa mucho. Pero, hay veces que me quedo en ayunas. Quiero decir, no siento nada».

Y, cuando el mar dice nones, es nones, caballero. A Dios. Fue y se lo dijo al maestro de obras. No solo en Lima. Animado por los vasos de cerveza, en uno de los silencios ebookelo.

Y menos hablar de ella, caballero. Como casi no le quedaban dientes, masticaba con dificultad, haciendo ruidos con la lengua, y se demoraba en tragar cada bocado. Como si no llevara en sus venas la misma sangre de su padre y su madre. Estaba hecho una verdadera furia. Los labios le temblaban—. Por ejemplo, ayudando a construir los rompeolas. No para su madre, no para sus hermanos.

Era poco, casi nada. Hasta hoy. Como si toda su parentela se hubiera muerto. Pero, era un franchute importante y ganaba buena plata, eso me dijeron. Sobre todo, si su familia es pobre y pasa penalidades. Si hablamos de la misma persona, era un funcionario de la Unesco.

Su hija, las veces que la vi, estaba siempre muy bien vestida. Era una mujer guapa y elegante. Era muy viva, en el colegio sacaba premios. No se conformaba con su suerte.

Lily la chilenita, la camarada Arlette, madame Robert Arnoux, Mrs. Richardson, Kuriko y madame Ricardo Somocurcio, se llamaba, en realidad, Otilia. Madame Robert Arnoux. Siempre que se trate de la misma persona, claro. Su hija se acordaba siempre de Miraflores y de su casita de la calle Esperanza.

Bastante despierta, pero de armas tomar. No cualquiera se manda mudar al extranjero sin tener un cobre, como hizo ella. Imitando a los mexicanos, a los chilenos, a los ebookelo. En este espacio es cuando hacen el amor por segunda vez y en donde tambin el erotismo aparece enmarcado en un contexto vanamente sexual y sigue siendo el apndice intil de la seduccin: Como la vez anterior, se dej acariciar con total pasividad y escuch callada, fingiendo una exagerada atencin o como si no oyera nada y pensara en otras cosas [7].

Los pasos del erotismo con Madame Arnoux son significativos en el marco del anlisis, porque ambos descubren algo nuevo. Ella sigue siendo fra y calculadora, aunque ahora me da la impresin de que mientras se entrega a la tarea de seduccin, nuevamente est ensayando diferentes caminos que le permitirn no slo sellar los lazos que la unen a Ricardo -situacin ya por dems consolidada- sino tambin prepararse para las renovadas lides de amor que la aguardan.

Ella sabe mejor que nadie que no es posible quedarse mucho tiempo con el nio bueno y precisamente por ello le dice entre otras muchas aseveraciones: -Si slo te tuviera como amante a ti, andara como una pordiosera, pichiruchi [8].

Y el propio Ricardo razona en voz alta en uno de los tantos monlogos que caracterizan la manera de expresin de un focalizador interno fijo: Estaba seguro que la querra siempre, para mi dicha y tambin para mi desdicha [9]. A pesar de que reconoce el grado de su desazn, creo que no lo asume totalmente.

Deca Genette que otra de las caractersticas de la autodigesis consiste en lo que l denomina la restriccin de campo [10] y esto se observa inclusive cuando el protagonista dice saber algo, pero an as contina actuando como si no lo hubiera asumido o, al menos, como si lo hubiera asumido parcialmente.

Otro aspecto digno de resaltarse tiene que ver con el proceso de aprendizaje al que Ricardo est sometido en los diferentes encuentros sexuales con la nia mala. Ella conoce que puede guiar con excelencia al nio bueno por los truculentos caminos del sexo; al hacerlo estar reafirmando su propia personalidad y, al mismo tiempo, deleitndose en esa capacitacin ertica de la cual hace gala en un marco de seduccin semejante.

Veamos algunos ejemplos: 1. Hazme venir, primero [ No te vayas a venir todava 3. Me gusta sentirme irrigada p. Y el improvisado alumno de tal enseanza individual goza de acuerdo con la gua que su maestra le da; a pesar de lo anterior, continan quedando en l serias dudas que lo conducen a sostener entre otras cosas: Hablaba con tanta frialdad que no pareca una muchacha haciendo el amor, sino un mdico que formula una descripcin tcnica y ajena al placer.

He aqu una especie de desdoblamiento de Otilia que Ricardo desvela con acierto. Parece tener la extraa capacidad de estar al mismo tiempo en dos lugares diferentes: como amante llena de frialdad y como mdico que explica lo que en trminos fsicos sucede.

Esta ltima situacin revela y esconde a igual tiempo, la verdadera capacidad de esta mujer para participar como espectadora y actriz, en enfermiza situacin personal que, por un lado la aleja del compromiso y, por otro, la obliga a ofrecer su cuerpo que mecnicamente se contorsiona bajo el influjo del amor. La cuarta faceta que reviste la picarda de esta mujer ser dada por el disfraz que le proporciona Mrs. Richardson, la esposa de un hombre de origen mexicano que se pavonea como gran seor en el entorno de las caballerizas elegantes que se hallan a unos quilmetros de Londres.

Dice el narrador que se reencuentra con ella: En una nueva encarnacin de su mudable personalidad [12]. De este modo los cambios continan operndose y se vuelve a dar el retorno de la mujer que respondiendo a un inequvoco contexto dionisiaco nace y renace de un modo impostergablemente cclico. Como podemos constatar, los espacios han ido cambiando paulatinamente, porque primero fue el barrio de Miraflores en Per, luego Pars-Cuba en impensable asociacin de lugares tan distintos social, poltica y econmicamente hablando; en seguida, Pars nuevamente en el contexto internacionalmente culto que proporciona la UNESCO y, ahora, -en esta cuarta etapa- es Newmarket en Inglaterra en donde el ambiente relajado y al mismo tiempo distinguido de los caballos purasangre y sus dueos orgullosos, permiten que la nia mala contine entregada a sus fechoras sin que ni el erotismo ni el amor la hayan conmovido todava.

Ella se muestra ahora esquiva como nunca con Ricardo y l llega a convencerse -se equivoca otra vez- que Otilia ya no lo buscar por tratarse l de un testigo incmodo.

Dos das despus el protagonista recibe la llamada telefnica de la nia mala quien le dice que se han de ver al da siguiente a las tres en el Russell Hotel. Ser este sitio el lugar de encuentro de varios viernes. En el segundo de estos viernes se lleva a cabo -en trminos de anlisis lo digo- el descubrimiento del erotismo por parte de la incansable mujer que da nombre a. En cuanto al primer aspecto, ella se satisface como nunca antes lo haba hecho. Aunque el encuentro comienza con aquella frivolidad de: -Ten cuidado -me instruy-.

No me vayas a arrugar la ropa [13], ste contina de un modo diferente; a medida que los cuerpos se buscan y se unen va in crescendo el placer de la fmina, que ahora, por fin, se vuelve consciente y -a su modo- gozosa. Primero ella le recuerda a Ricardo la satisfaccin oral que sus labios siempre le han dado y algunas expresiones del narrador dan cuenta de algo nuevo que ha descubierto: 1.

Sent que comenzaba [ Concentrarse en ese placer suyo, solitario, personal, egosta, que mis labios haban aprendido a darle. La sent humedecerse y vibrar. Pero qu delicioso y exaltante era sentirla ronroneando, mecindose, sumida en el vrtigo del deseo [14]. He ah el placer egostamente generoso que la mujer le proporciona. Mientras ofrenda su cuerpo vibra bajo el impulso de su deseo. En lo que tiene que ver con el segundo aspecto -el dilogo revelador- la conversacin entablada en los descansos del amor, versa precisamente en torno a un pedido de Ricardo, quien desea or una vez al menos que ella diga que lo quiere y agrega al respecto: Aunque no sea cierto, dmelo.

Quiero saber cmo suena, siquiera una vez [15]. Son los dos antagonistas enfrentados ahora en torno al controvertido tema del amor y su manifestacin mediante la palabra. Ella ha recibido de la boca y de los labios del amante el mximo placer que su sexo le dicta. Ella consuela su sexo con proximidades reales en donde unos labios no dicen palabras, pero convocan al goce mayor. Es ste otro modo de la seduccin que consiste en no darlo todo cuando se lo piden, sino alargar los plazos que cuando finalmente lleguen sern ms placenteros como le deca Mefistfeles en el Fausto de Goethe [16].

Y dando una vuelta de tuerca que realmente llama la atencin, la nia mala le ofrece un discurso en donde si bien an no aparece el tema del querer, s emerge con una fuerza poderosa el motivo de la sinceridad: Yo nunca he dicho te quiero te amo sintindolo de verdad. A nadie. Slo he dicho estas cosas de a mentira. Porque yo nunca he querido a nadie, Ricardito. Les he mentido a todos, siempre. Creo que el nico hombre al que nunca le he mentido en la cama has sido t [17]. Y a pesar de la restriccin del campo semntico que primero afirma: El nico hombre al que nunca le he mentido y luego limita: en la cama, ya constituye un progreso enorme que Ricardo Somocurcio pueda escuchar esta confesin de una mujer desgarrada por el tedio y la bsqueda insaciable.

Y a pesar de la irona explcita en aquellas palabras del protagonista: -Vaya, viniendo de ti, eso es toda una declaracin de. No se atreve a decir las palabras mgicas, porque stas implican compromiso y porque mediante ellas podra arriesgar los alcances econmicos y sociales que hasta la fecha ha logrado. No obstante todo lo anterior, Ricardo se pregunta: Lleg a quererme un poco en aquellos dos aos?

En fin, el protagonista vuelve a perder a la nia mala, a la inconcebible Otilia, cuando desaparece de su vida Mrs. Este nombre vano y frvolo haba ocultado por un perodo al personaje femenino que -tiempo despus- reaparecer por quinta ocasin bajo otra apariencia diferente. Se volver a encontrar con la nia mala bajo la premisa de que ella era como un fuego fatuo que apareca y desapareca de mi vida [ Los movimientos que marcan los cambios son evidentes y el agudo contraste entre el fuego que es indicio inequvoco de felicidad momentnea y la condicin yerma e intil en que se sumerge despus, no hace ms que destacar la condicin de vctima en que el protagonista se transforma cada vez que es abandonado por la inslita mujer.

Vistiendo su quinta mscara se presentar ahora como la mujer de un japons llamado Fukuda; en este momento de mi anlisis arriesgo una interpretacin; en la pgina , el narrador consigna que ha terminado la dictadura militar en el Per y en la pgina reaparece la nia mala en los brazos de este japons de dudosa condicin moral que somete a la pobre mujer a vejaciones inmundas y condiciones infrahumanas inconfesables.

Acaso no est sucediendo hoy la reclamacin que un gobierno democrtico del Per le hace al antiguo dictador? Ese antiguo tirano de origen y mirada oriental, no convoca acaso a la reflexin que toda Amrica Latina hace actualmente?

No lo puedo asegurar, pero dada la condicin polticamente comprometida de Mario Vargas Llosa, autor, lo veo como otro de los tantos guios al lector. Kuriko se comporta con mayor espontaneidad y, a diferencia de ocasiones anteriores, toma abiertamente a Ricardo como su confidente.

Harn el amor en un sitio elegante y extico llamado Chteau Meguru, lugar que revela el nuevo estatus de la mujer. Ella se ha acostumbrado ya al erotismo que practica con el protagonista y aunque le preocupa la tcnica sexual, igual descubre en l una ternura que la conmueve con renovados bros.

Pero no todo es como aparenta ser. Ricardo Somocurcio es un joven hurfano que fue criado por una ta solterona de clase media, la cual le procuraba una buena educacin, y le alentaba su mximo sueo que era el vivir en Francia, envindole a tomar clases de francs, ya que Ricardo tena como plan a futuro terminar de estudiar la carrera de abogado y conseguir que lo enviaran con un cargo diplomtico a Francia ya que l pensaba que vivir en pars era vivir de verdad, porque ese era el pas de la cultura.

Ideas que adquiri al leer los libros de Paul Fval, Julio Verne, Alejandro Dumas y otros en los cuales estos autores plasmaban la vida de pars alegre y hermosa. Pero todo su mundo es movido por la llegada de la nia mala la cual es una peruana pobre que finge ser una chilena, con ideas liberales, una forma de vestir ms atrevida que de las chicas que vivan en el barrio miraflorino; pero que al trmino del verano son descubiertas todas sus mentiras y desaparece de la vida de Ricardo Somocurcio enfrentndolo a la realidad de la vida a sus quince aos, pero al mismo tiempo marcndolo con ese amor obsesivo que lo persigue por el resto de su vida.

Se logra uno transportar a la poca de la revolucin cubana y vivir la fiebre de la lucha por la independencia de los pases latinoamericanos, ver desde otra perspectiva este movimiento, los puntos de vista de los personajes que nos relata el autor, los valores de lealtad, compaerismo, que el personaje aplica a su relacin con Paul, el cual es uno de los principales promotores del movimiento izquierdista revolucionario del Per y por el cual el vuelve a ver a su gran amor y por fin hace realidad su ms anhelado sueo de estar con ella de manera intima.

El autor maneja un lenguaje muy abierto en cuestin de los detalles que da de esos momentos intimos que llega a tener el personaje con la nia mala.

Lo cual no es. Tambin nos relata la poca de los sesentas la revolucin hippie, el comienzo del mal el siglo el sida, y lo toca desde un punto de vista sensible y a la vez muy real ya que el personaje que se contagia de esa enfermedad es una persona promiscua y bisexual; y es amigo de la infancia de Ricardo. La relacin que surge en la adolescencia va creciendo de manera ms obsesiva gracias a ese encuentro furtivo que tiene el personaje con la nia mala, el cual marca el comienzo de un sufrimiento de parte de Ricardo por el continuo aparecer y desaparecer de la nia mala, por las situaciones que a ella le afectan y esa falta de valores de parte de l, para consigo mismo ya que el no tiene amor propio, hacia su persona y permite que la nia mala se burle de el y abuse de su amor, de su dinero, de su tiempo, de su lealtad, de todo lo bueno que el tiene como persona y lo va degradando tanto que el se olvida de si mismo al grado de llegar a atentar quitarse la vida, por ese amor que nunca le ha dado ella.

Ya que ella es una mujer frvola, arribista, sin escrpulos, sin valores, que solo piensa en salir de la miseria en la que naci y creci y obtener una posicin de la manera ms fcil que puede tener, vendiendo su cuerpo al mejor postor, para conseguir por efmero tiempo lo que desea degradndose ella misma ya que sus parejas como, solo las busca por la posicin econmica nunca se da tiempo de conocerlas tal cual son; ver qu tipo de personas son y qu tipo de sentimientos guardan sus corazones; lo que la hace pasar por una serie de situaciones que a veces dan lastima y a veces se llega a pensar que se merece todo lo que le pasa por ambiciosa.

Tambin se deja entrever que es una persona mitmana ya que siempre que vuele a encontrarse con el personaje de Ricardo tiene una nueva aventura que cuenta a su manera y que no tiene como comprobar si es verdad el personaje y que ella cree totalmente cierto y que solo se ve como un padecimiento hasta que ella es hipnotizada y Ricardo es notificado que todo lo que ella le ha contado es una total falacia.

Y solamente se observa un rasgo de humildad o de maternidad aplazada de parte de la nia mala en la forma de relacionarse con el nio con mutismo al cual ella con la convivencia logra sacar de ese mutismo, logrando el autor redimirla un poco de su frivolidades de su egosmo y de sus manipulaciones para con Ricardo.

Pero al mismo tiempo haciendo que. Ricardo la siga amando ms que nunca ya que tambin en este captulo logra quiz lo que sera la culminacin de este atormentado amor que ha llevado en su corazn por varias dcadas, el casarse con ella por conveniencia de parte de la nia mala y vivir con ella algunos aos de supuesta felicidad matrimonial que es seguida por el abandono de parte de ella, por el mismo motivo de siempre la ambicin de obtener la posicin social y demuestra una vez ms el autor la falta de valores de la nia mala ya que esta vez no solo traiciona la confianza y el amor de Ricardo sino tambin la confianza que le otorgo su jefa al.

Aunque cabe destacar que tena unos momentos de lucidez en los cuales se propona olvidar a la nia mala pero nunca lo logro, ya que ella siempre supo manipularlo y sacar en varias ocasiones lo ms malo de l, hacerlo perder los valores al convertirlo en su amante, humillndolo a tal grado y abusando. Recapitulando tambin podramos comentar sobre la personalidad de la nia mala o mejor dicho de Lily, madame Robert Arnoux, Mrs. Richardson, Kuriko y su verdadero nombre Otilia que tambin destaca la forma en que se dej manejar y sucumbi en manos del japons Fukuda el cual la hace ver su suerte y ella sigue con l, se puede decir que tendra Otilia tambin una personalidad masoquista y que ese fue su punto ms denigrante en la escalera de todo lo que tuve que realizar para poder obtener la posicin que ella deseaba, para quitarse el mal sabor de boca que le dejara en su tierna juventud el episodio que de alguna mala manera la dejo marcada, en la fiesta de Marirosa lvarez-Caldern, para demostrarse a s misma y a todos los que la conocieron que si poda ser lo que siempre pretendi ser, aunque se puede decir que la seduccin era innata de ella pero todava en esa poca no saba bien lo que podra lograr con ella.

Se entiende que ella desde ese episodio enterr para siempre la posibilidad de enamorarse, de amar y busco sacar provecho de todos los hombres que se pusieron a su paso, a los cuales uso y despus desecho como si fueran desechables, aunque al final de su vida reconoce que el dinero no da la felicidad y que toda su vida vio las cosas de manera equivocada, que el nico hombre que ha dado todo por ella era su caballero miraflorino, el cual siempre la llenaba de huachaferas, pero tambin no se arrepiente de todo lo que hizo en su vida ya que ella piensa que todo lo realizado esta compensado por lo que la vida le ha hecho a ella.

La novela se entiende como una representacin del amor y la ambicin representada uno por el joven Ricardo Somocurcio y la otra por Otilia, aunque ella justifica su proceder con la idea que la vida le debe mucho y ella se cobra todo a travs de los hombres a los que ella uso, aunque en esa empresa hiciera sufrir a Ricardo por el amor obsesivo que l le profesa y que por momentos se pude pensar que es puro y legitimo ya que duro cuatro dcadas y el segua amndola a pesar de sus engaos y justifica y est a su lado hasta su muerte.

Sin embargo se puede entender que la vida les cobra factura a los personajes de la novela de manera karmatica, conforme a sus acciones. Cerrar sugerencias Buscar Buscar. Saltar el carrusel. Carrusel anterior. Carrusel siguiente.

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